Dans la Rue du Commerce

dans la rue du commerce

il y a des gens pressés, leurs pas déjà en retard

et d’autres sans la pression de l’heure

il y a des hommes qui parlent au téléphone en disant “je le ferai à toute à l’heure”

il y a des femmes qui parlent au téléphone en suppliant “attends-moi, je suis en chemin”

il y en a qui demandent de l’argent mais que dissent d’abord “bonjjjouuur, Ma-a-a-dame”

il y a une dame qui est toujours perdue et qui tente sa chance à différents points de la rue sans trouver des yeux qui la regardent

il y a des fruits triés par couleurs et des ananas coupés par leurs moitiés verticales

il y a de caisses de fruits avec “la violette” écrit dessus

il y a une église qui attend les croyants et des escaliers qui reçoivent le froid que s’en va

il y a la solitude dans les chaussures d’une veuille dame: G pour gauche et D pour droite écrit en crayon noir

il y a un tabac où les gens achètent des cigarettes sans marque, tous les paquets uniformes en vert militaire

il y a un restaurant avec une façade bleu que vend des fruits de mer et une lasagne de saumon que je n’ai jamais gouté

Il y a une fromagerie en deuil parce que le bébé des propriétaires est né mort

Il y une boucherie que vend des andouillettes et du carpaccio à 2,30 euros.

il y a une magasin que vend des slips marque “Arthur”

il y a des spring rolls parfaitement arrangés dans le traiteur “asiatique” et la question flottante “est-ce que tout la nourriture asiatique c’est pareille ?”

dans la coin, à gauche, il y a les rayons du soleil qui me frappent aussi fort que les bras du clochard qui demande une petite pièce

et toute droit

un arbre mort

qui ne va jamais sentir la vie s’épanouir de ses branches.

Antídoto

Perter Maslow

Peter Marlow, Scotland, 1994.

Aquella tarde ella me pidió que le escribiera un poema que le curase el alma

unas líneas capaces de hilar los dos costados de la herida

el espacio entre cada indignación

la hora que se desliza entre dos pérdidas

 

Contrarrestar el olor de la muerte

Crear

un no-lugar refugio de la ruina, del derrumbe constante de los pasos

un instante: los segundos que tome a los párpados recorrer la hoja en búsqueda de palabras-alivio

 

Cada lectura

gota antídoto al dolor

perfora la superficie espesa del odio

 

Pequeño agujero

por el que entra la luna de día

 

La luz también sabe de tinieblas pero tranquila, le dije, mañana veremos el sol quemar la oscuridad de nuestros días.

 

 

A, con, y para mi prima Anita Ríos

Bajo agua

GB. England. Cornwall. 2010. Seascape near Falmouth.

Chris Steele-Perkins. England, 2010. 

 

 

Bajo agua

el concreto renuncia a lo firme

Los árboles humedecen sus tallos

un cuarto de su altura bajo la transparencia

La fisura nivela su quiebre en lo profundo

 

No hay pies que deban hundirse cuando se quiere avanzar

 

Días de lluvias

Silencio de duda

¿Tiene la nube en su revés un territorio que ilumine sin brisa?

Café, llamado a tierra, sequía y sol,

Danza interrumpida

¿Puede uno lavar su raíz?

¿Bautizar la piel con aguas de otras nubes?

 

Inquebrantable la semilla

 

Ligero el aroma de la primavera que posa su azul en el gris.

9.168,38 km  

Carolyn Drake_2014

Carolyn Drake. USA. Los Angeles. 2014. Odds and Ends from an Urban Stream

 

¿Es esta pluma la misma que dejó aquel cuervo en la ventana al intentar llenar la fisura de aquella noche?

¿O es de una de las dos palomas que juntaban sus picos en el tejado de la catedral de Toledo mientras hacías sonar las campanas y yo veía una nube romper su volumen sobre la cruz?

El vuelo atado debajo de la rueda trasera del auto
la levedad deslizando la hora hasta mis zapatos
y yo, grito que pretende paralizar el tiempo, evitar el golpe, elevar la cadencia,
me contengo ante la inminencia del suceso

Esta vez la muerte no adhirió su cuerpo al cemento

Quedó el riesgo, lo que pudo ser
la mañana intacta reclamando tu ausencia
y 9.168,38 kilómetros entre mi falda y tu mano.

Parc de Sceaux

Parc de Sceaux, Paris, 2015.

Parc de Sceaux, Paris, 2015.

Ayer corría sobre hojas secas pero parecía que nadie había hecho ese camino, no había trazo, ni ruta. Pisaba fuerte la hoja, y el sonido de hojarasca me anunciaba que era la primera que caminaba por allí. Me concentré en el ritmo del chasquido, como si así pudiera olvidar que mi pie izquierdo sangraba y que con cada paso dado, había una herida que dejaba soltar la sangre del zapato que días atrás lucía bien pero hacía daño. Al pasar por la orilla del río, más de 10 cisnes dirigían su nado en dirección contraría a mí. Algunos rezagados estiraban sus patas traceras, en símbolo de descanso, flotando ligeramente mientras los patos se acercaban sin interactuar. Los cisnes y patos compartían el agua pero no así el tiempo. Un ratón jugaba a meterse entre las rocas húmedas sin percatarse de la presencia de los otros. De lejos, un perro eufórico ladraba y buscaba llegar a ellos. Continué mi trote, chaz chaz chaz chaz, única música posible. El quiebre del color, la llegada del bronce había anunciado semanas antes el cambio de estación. Ahora era solo preámbulo de los tiempos blancos por venir.
La nube colapsó el instante ante nosotros.
Trajo la lluvia el silencio de la hoja, el silencio del color que se lava la cara con cada gota. El paso antes sonoro se convirtió en barro, y los pies dejaron de ser dos para ser cuatro. El paraguas cubría a media los cuerpos. Se juntaron más. La lluvia invita a la intimidad incluso en un parque. Los mismos patos se paseaban, sin consciencia de sí mismos, pero permitiéndome ver que los días eran dos, que no estaba en la orilla del Sena y que los cisnes esta vez no tenían cuellos sobre los cuales guindar mis deseos.
Mis pensamientos adquirieron forma espiral, al igual que los jardines del castillo. Se hizo mi boca orangerie sin naranjas y solo la fuente, sobre la que otrora el niño perdido jugaba con la angustia de la madre, se me presentó como solución: seguir, fluir como su agua, siempre presente.
De su beso vino la más fuerte convicción de instante.

Elogio al tiempo  

Madrid, 2015©

Madrid, 2015©

Con Caetano

 

El agua rompe el silencio de la espuma

la ropa desaparece en mis costados

y rodean los fantasmas su cuerpo

¿Habrá sido suficientemente árido mi golpe para asegurar el cierre del tiempo?

Ese que se repite en el caracol de sus cabellos

que llega a la hora sin seguir instrucciones

que aguarda paciente en el banco metálico

y es compositor de destinos en días soleados

 

Me descubro

centrifugando azares

mientras tendido en el patio trasero maúlla el gato los trece años de vida que no le quedan

y seca el presente la humedad latente en mis huesos.

Flor caída 4×3

París, 2015©

París, 2015©

.

Envuelve el celofán el deseo de olvido

la revelación del culpable

el perdón de la espina

 

.

Traslúcida la evidencia del pétalo

Frágil intención del que ha abandonado

y regresa

 

.

Las manos ofrecen

arrepentimiento en flor

súplica del que no quiere perder las batallas

 

.

El aroma tiene trayectoria vertical

Cristaliza en los pies

Se hace derrota

Sombra la hora

Boston, Estados Unidos, 2014.

Boston, Estados Unidos, 2014.

sombra la hora dividida en dos otro reflejo de la estancia
enmarca el tiempo entre tallos paralelos
vertical ascendente la espera

nube guarida tierra en aire
recto el acero distancia entre lo otro y lo nuestro

oro aguja seis y media de tus ojos
sombra la hora once y cinco de tus piernas

espiga ventana cerrada del deseo.

Dos caídos

Dos animales muertos

para ser más exacta, dos rabipelados

cadáveres yacentes en medio del pavimento

¿para que prestarles atención?

dos animales más de los tantos que siempre vemos

a la orilla, a un ladito

 
Uno retorció sus patas

ese último respiro me sorprendió

ese quiebre

o cómo decirlo

intento último de vida sí, eso fue: un último intento de vida

 

Día soleado de nubes blancas inocentes nubes blancas

no se imagina uno malos presagios cuando el cielo está azul

horas después del mismo 12 de febrero

dos estudiantes muertos

dos caídos más

a este gobierno no le importa

dos, tres, cientos

¿cuántos han muerto, cuántos matarán?

 

La mentira atraviesa sus lenguas cuando hablan de paz

pero saben que su paz es una paloma blanca

devorada por los cuervos

 

Somos rostros anónimos

para ellos

un número

un número que va de resta en resta.